sábado, 25 de diciembre de 2010

Bién señora, pase y acomódese unos dias...

Esta es la conversación que mantengo con esta okupa de mi alma.
Nadie la ha invitado, ha aparecido, ha forzado las entradas y se ha instalado sin permiso.
Acomodada ella en mis mejores sillones he decidido dejar que se quede...
Ahí está sin dejar de susurrar, imponiendo su presencia.
De acuerdo, te veo, no intento ignorar que te interpones en mis ganas de deambular tranquilamente, ya te irás señora. 
Nada es para siempre y algún dia querrás volver al lugar de dónde saliste...
No me resigno a tu compañía, me readapto o eso creo...
Así es que decido disfrutar del largo paseo que me ha hecho recorrer mi ciudad con mirada atenta a los detalles en los que hacía casi dos décadas que no me fijaba...
Es Navidad. La arteria comercial que recorre el centro se ha tornado extrañamente desierta, pocos deambulamos a las seis de esta fría tarde por delante de los bién nutridos escaparates.
Una ciudad que se ha transformado, pero en la que aún reconozco rincones, con sus histórias y los recuerdos asociados de mi propia vida.
Repaso de sensaciones, ilusiones, olores e imágenes pasadas...
Algunas alegres, otras tristes por el significado ahora otorgado.
Forastera en mi tierra, tierra extrañada...
Qué bonita está mi ciudad, que lejos estoy yo...

3 comentarios:

  1. ¿Y cómo se llama esa señora?
    Eres valiente dejando que se quede, trátala con cariño, que ya reiniciará su viaje, y mejor es llevarse bien con una misma que negar lo que tenemos dentro...
    ¡Un abrazo fuerte!

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  2. Gracias Aurich... ahí estamos intentando reconocer lo que llevamos dentro...
    Te deseo lo mejor...
    Hasta pronto

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  3. Ah! Es la Sra. Melancolía, me visita últimamente...

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